“Solo espero que realmente aprovechemos todo lo que tenemos aquí, en medio de la creación de Dios, con el asombro, respeto, amor y cuidado debidos.”
LA HISTORIA DE PAUL DARILEK
Nota del editor. Paul continúa inspirando a miles de personas de todas las edades a que se den cuenta del impacto que produce disponer de agua potable en las vidas de las comunidades marginadas que no la tienen. Cada año, cuando mi socio Don y yo visitamos El Salvador, encontramos vigorosas delegaciones de todas las edades que dedican alguna semana a la perforación de pozos para la organización Living Waters[1]. Estos encuentros le brindan a Don oportunidades de compartir sus preciados y algo nostálgicos y orgullosos recuerdos y experiencias paternalistas con un Paul mucho más joven que, como muchacho emprendedor, buscaba maneras de ayudar a los salvadoreños a quienes había llegado a apreciar.
El trabajo incansable y creativo de Paul, como parte del personal de Living Waters International, rindió sus frutos y le brindo la oportunidad de ser parte de un “gran equipo directivo que se ha extendido a veintitrés países y que ha aumentado nuestro rédito anual en cinco veces durante la recesión económica.” Actualmente trabaja como director principal de comunicaciones para esta organización después de que él y su familia volvieran a los EE. UU., en agosto de 2005. Sus responsabilidades incluyen dirigir a “un equipo increíblemente talentoso de creativos: escritores, diseñadores, videógrafos y magos digitales.” Al viajar por todo el mundo para recolectar historias que compartir con sus patrocinadores, Paul aprendió “cómo recaudar fondos y cómo hacer que sucedan cosas hermosas, ya sea en línea, en impresos o en eventos en vivo; para nosotros, era estupendo.”
Vendí mi Harley Davidson Sportster 1973, compré un boleto de autobús y me dirigí al sur. Apenas me había graduado de la universidad y quería emprender una aventura antes de sentar cabeza en un “trabajo verdadero”. Tenía un título en Literatura Inglesa, así que me imaginaba que, algún día, sería profesor. Aunque esta perspectiva no me entusiasmaba, pensaba que podía ser una profesión noble. Así, entre tanto, me establecí durante un año en el servicio misionero. A nuestro grupo, nos encomendaron recaudar nuestra propia ayuda. Yo no era un recolector de fondos exitoso y, por esa razón, no tuve otra opción sino vivir con $ 3500 durante mi primer año. No sabía si eso se podía hacer, pero no tenía muchas opciones. Tomé clases de español y busqué gente para escuchar sus historias de la guerra. Las guerras de la era Reagan en América Central habían jugado su papel en el contexto de mi niñez.
Escuchar las historias de la gente real me presentó un cuadro diferente del que había bosquejado a partir de las noticias que se presentaban allá arriba [en EE. UU.]. Lo que los noticieros describían como facciones de “extrema derecha” y de “extrema izquierda”, en la realidad parecían mucho más “el Gobierno” y los “pobres.” La matanza que mi Gobierno había estado financiando era mucho más indiscriminada de lo que alguna vez había imaginado. No pasó mucho tiempo antes de que la gente cuyas vidas habían sido golpeadas por esta guerra civil de doce años se convirtiera en mis mejores amigos.
La hermana Cathy, una monja católica delgada y frágil, fue una inspiración especial para mí. Ella vivió en el pequeño pueblo salvadoreño de Arcatao durante la guerra, porque su presencia protegía las vidas de las personas. El Gobierno salvadoreño sabía que si mataban a una monjita americana al bombardear el pueblo donde ella residía, este hecho sería malo para sus relaciones públicas. Ella era un escudo humano para la gente que se encontraba bajo un ataque brutal. Era las “buenas nuevas” de cada día entre los pobres. Es así que, pese al gran riesgo personal, ella eligió convertirse en eso. Yo había leído sobre cosas similares en los Hechos de los Apóstoles.
Otro amigo, Juan, solía pasar ilegalmente refugiados de la guerra a través de la frontera hacia los EE. UU. para salvar sus vidas. También recogía dinero para que huyeran a donde sus familias o a las iglesias que les ofrecían santuario. En México, él había estado en prisión por este motivo. La gente en la cárcel pensaba que él era sacerdote. Más tarde, lo enviaron a la guerra, pero aun así continuó realizando estas actividades, debido a su convicción y compasión por sus hermanos. Estas dos personas me enseñaron lo que significa entregarse a los demás. Yo quería ser parte de ello. De este modo, terminé caminando en los zapatos de los pobres y diciendo “su vida es mi vida.” Así, me uní a la gente de Tierra Nueva, el lugar más pobre que alguna vez pude haber visto. Esta gente había estado arriesgando sus vidas por años para conseguir un pedazo de tierra en donde cultivar. Era impresionante. En este lugar, no había un ladrillo, una plancha de madera, un almacén o algún edificio. ¡Viví en una hamaca, leyendo la Biblia con ellos, orinando sangre, enfermándome gravemente, yendo al hospital y pensando: “Compadre, soy rico”! Sin embargo, terminé internado en un hospital.
Yo, como todos aquellos que han vivido en El Salvador, estaba influenciado y conmovido por el mártir, obispo Óscar Romero. Otros de mis héroes eran Dorothy Day, la madre Teresa, Martin Luther King y Gandhi. Quizás más que cualquier otra cosa, observar el amor de las madres comunes, en el contexto de la guerra en El Salvador, fue un discipulado. Tengo también un grupo de académicos contemporáneos, así como algunos amigos a mi alrededor, que igualmente han influenciado mi pensamiento en el movimiento cristiano.
Las primeras dos personas que acabo de describir se habrían sentido muy incómodas en el tipo de Iglesia en el que crecí desde mi nacimiento, el 24 de agosto de 1970; la iglesia estaba llena de piedad y conocimiento de la doctrina cristiana sobre la obediencia y las consecuencias del cielo y del infierno. Ahora, reflexiono sobre mi educación católica en la iglesia cada domingo, donde asistía a bodas, a funerales y a los “días santos obligatorios,” en cultos en los cuales me aburría y andaba en las NUBES con el Antiguo Testamento que, pensaba, era la cosa más loca que alguna vez había oído y que, más adelante, también reparé cuando tuve que leerlo. Estaba lleno de historias sobre Dios, quien parecía odiar a los egipcios y no pensaba mucho en las mujeres. Meditaba en todo el tiempo que pasé desafiando a las monjas sobre las literales y extrañas leyes hebreas del Deuteronomio y del Levítico, por ejemplo, la ofrenda por el pecado de tocar una lagartija accidentalmente y las leyes en contra de sentarse al lado de una mujer menstruante. También, recordé la respuesta de mi profesor cuando pregunté por la doctrina de la transubstanciación: “Mira, Paul, gente mucho más inteligente que nosotros ya ha reflexionado acerca de esto.” De las monjas, obtuve una educación de primera clase; algunas de ellas eran inmigrantes de América Central. Sin embargo, el enorme sacerdote irlandés no podía mantener mi interés, así que, en una ocasión, para llamar mi atención, me sopló con su aliento a whisky. Yo asistía a la iglesia con el objeto de mantener la armonía con mis padres, pero por muchos años después ya no me importaba si lo hacía o no.
Yo aún pensaba que la Biblia era supuestamente la palabra de Dios, de forma que procuraba seguirla independientemente, sin tutoría espiritual alguna. Es así que, a mis 20 años, me discipliné para leerla, distribuyendo sus páginas durante el transcurso del calendario.
La parte de mi educación tradicional obligatoria de la Iglesia con la que me identificaba desde mi niñez era Jesús, en las lecciones del Evangelio. Jesús seguía intrigándome y me cautivó desde el primer día, pese a que la religión y los asuntos de la Iglesia no lo hacían. Aun cuando podía excluir otras partes de mis experiencias cristianas tempranas como irrelevantes, Jesús todavía permanecía allí como un faro.
En El Salvador, esas historias de Jesús cobraron vida para mí y comenzaron a tener sentido. De repente, las cosas comenzaban a parecerse más como la Biblia y como Jesús. Para Él, la fe significaba confianza y nunca la tenencia de una creencia correcta. En Mateo, Marcos y Lucas, todas las personas en las que Jesús encuentra fe tienen una creencia errónea (la mujer samaritana, la mujer pagana sirio-fenicia y el criado pagano del centurión romano) o no practicaban su religión de manera correcta, como la mujer con hemorragia, rechazada del templo por la Biblia hebrea, pero que tenía fe –confianza– en Jesús.
Muchos me consideran un comunicador talentoso, así que es un privilegio cada vez que tengo que utilizar este don del Espíritu Santo para servir otros. Parece que tengo destreza para hacer que Jesús cobre sentido en personas que no están convencidas de los asuntos cristianos. A menudo, el mejor testigo para algún no creyente es el oído atento y empático. La gente no siempre ha tenido gratas experiencias con otros cristianos, así que el sentirse comprendido es, por mucho, el mejor primer paso que cualquier lección de religión. Aunque los quiero y me importan, es difícil involucrarse con cristianos que dan una imagen de la vida cristiana y de Jesús que dista mucho de lo debido: intolerantes, poco convincentes o contrarios a lo que es Jesús. Es frustrante cuando los no cristianos se integran, pero son rechazados del Cuerpo de Cristo por algunos de sus miembros. Incluso mis defectos son a veces dones, porque me facilitan el no juzgar a los demás, lo cual es una bendición. Realmente siento que mi vida entera ha sido una enorme cadena de bendiciones que no merezco. Es muy fácil imaginarse el transformarse en cualquier clase de sinvergüenza bajo otras circunstancias. Mi esperanza es continuar convirtiéndome en un ser sencillo que traiga paz, amor y amabilidad a la gente a mi alrededor. A veces, hasta me siento como si pudiera estar desatendiendo ese aspecto de mi fe, por lo que todavía hay mucho que aprender sobre cómo ser mejor.
Encuentro que la práctica espiritual de la meditación budista Vipassana me ha acercado más a la morada de Jesús que cualquiera de mis propias tradiciones. S. N. Goenka ha sido una gran influencia, de una manera completamente no religiosa ni conceptual. Esta implica una meditación atenta y reservada a las sensaciones, que para mí ha facilitado una experiencia de conciencia del Espíritu Santo. Y sí, encuentro que puedo aplicar esas prácticas a mi creencia y valores cristianos.
Siento al Espíritu Santo catapultarse en mi vida en muchas direcciones, desde mi compromiso de vida en términos de subsistencia hasta mi matrimonio en algunas direcciones futuras que estoy considerando.
Desde el momento en el que tomé la decisión de vender mis bienes terrenales –la motocicleta– para comprar un boleto de autobús a El Salvador, el Espíritu me ha llevado a vivir en las comunidades más pobres de este país, donde he padecido toda clase de enfermedades por causa de la falta de agua. Esto me condujo a perforar pozos de agua para mi subsistencia y a proporcionar agua potable a otros, en el nombre de Jesús. Inicialmente, fundé una organización salvadoreña llamada Asociación Agua Viva. Luego, Living Waters International me entrenó para perforar pozos y, luego, fui ya libre de emplear mano de obra local que incluía pandilleros, drogadictos y alcohólicos. Con el tiempo, reorganicé el equipo, conforme a las recomendaciones de los miembros de la Iglesia. Al final de ese año, habíamos perforado trescientos pozos de agua en escuelas, iglesias, clínicas, orfanatos y otras propiedades comunitarias. También, hemos instalado más de 3000 filtros de agua de bio-arena en los hogares de gente particular. Juntos, estos sirven a un estimado de cien personas. Cuando la gente de El Salvador pregunta qué se siente haber sido una bendición para un país entero, me sorprenden con la guardia baja. Aunque hemos perforado pozos de agua que han transformado a centenares de comunidades y a miles de familias y hemos realizado intervenciones que les han proporcionado agua limpia, librándolos de potenciales panoramas que lindaban entre la vida la muerte, a la larga, considero que he hecho únicamente lo que cualquier persona hubiera realizado en mis circunstancias, a menos que fuera un monstruo.
Después de algunos años, integramos Agua Viva a Living Waters International (LWI), con la cual trabajamos siempre en sociedad. Cuando comenzamos Agua Viva, LWI era una pequeña ONG que perforaba pozos en Kenia y en la India, junto con una pareja de médicos misioneros en Honduras. Me uní al personal de LWI y, desde entonces, hemos crecido hasta convertirnos en una organización que lleva a cabo 1500 proyectos de agua al año en 24 países.
Uno de mis actuales desafíos es evitar caer en el engaño fácil y creer que porque mi subsistencia está tan indiscutiblemente ligada a la honra a Dios, esta es una vida de fe. Es una clase de trampa misionera donde uno siente que está haciendo lo correcto al enfocarse en los proyectos de Dios, en lugar de enfocarse en lo que Dios dice ahora. En este sentido, yo también me duermo fácilmente en mis laureles. Esta, tal vez, podría ser una dinámica en la que los pastores también quedan atrapados.
Enamorarme de mi esposa, Umber, fue como si Dios mismo me hablara. Nunca hubo un mensaje más claro que aquel que me decía que yo debía confiar en lo que Dios dijera. “He aquí aquella que he escogido para ti”; ese era la sensación que tenía con respecto a esta encantadora mujer, nacida musulmana. Desde entonces, nuestra vida ha sido una jornada fascinante.
La familia de Paul, ordenada por edades:
Paul, Umber, Ashi y Hugh Zakir
Personalmente, las complejidades de ser padre, esposo, pagador de la hipoteca y cualquier otra función más han hecho que escuchar el llamado de Dios sea un asunto más difícil. Cuando era únicamente yo, si Dios decía “¡Vete!”, solo tomaba mi mochila y me marchaba.
Sin embargo, hay otros llamados del Espíritu que también me han sido difíciles de seguir dentro de las esquinas oscuras y profundas de los suburbios. Me gustaría pasar más tiempo con mis niños: con mi hija, Ashi, y con mi hijo, Hugh. Sueño con un vida laboral que me permita más tiempo y espacio para la meditación, el ejercicio, la oración, la lectura y la escritura. Cuando soy honesto conmigo mismo, el Espíritu Santo me da empujoncitos para que explore los dones que parecerían más egoístas como, por ejemplo, la escritura, la cual podría llegar a ser un verdadero ministerio. Cuando mis exigentes trabajo y vida familiar me dejan algo de energía, trabajo en algunos escritos. Consideren algunos títulos: La superficie de lo profundo y, quizá para el 2016, La posición del misionero, Jesús a prueba de balas: la eterna danza del universo y Abandonado por los idiotas para dummies.
La fe y la vida son los viajes en los que al llegar a donde te diriges, te das cuenta de que ya estuviste allí, solamente que no lo habías visto. Mi fe afecta a mis hijos, pero, por otra parte, su forma de ser en el mundo delata mi fe, porque ellos también ya están allí. Si todas las personas fueran tan cariñosas como mi hija, todo este mundo sería un gran jardín del Edén, en donde todos comeríamos panqueques suecos
(“az-sueca-rados”) en cada comida.
He madurado y he llegado a ser más humilde y paciente. Aunque, asumo también que tengo probablemente muchas vigas en mi ojo que no puedo ver. Dentro de mí, ha aumentado mucho la sensación de que mi fe se ha profundizado, pero me siento menos capaz de expresar cuán profunda es esa fe. Estoy cada vez más convencido de que el cambio viene de dentro. Esa fe es, en realidad, como ya lo sabíamos todo este tiempo, interna y personal. Sin ese cambio interno, nuestras acciones no pueden cambiar. Ya no confío en que aprender la creencia correcta o, por fuerza de voluntad, el obligarnos a hacer lo correcto podrían alguna vez llevarnos a alguna parte. Estamos aquí para convertirnos en el árbol que no puede evitar dar sus frutos. Cuando era más joven, bastaba con ser un fabricante de frutos.
Es emocionante ver a la Iglesia en medio de una transformación. La gente, por todas partes, está repensándolo todo y creo que todo está en orden. En una perspectiva más amplia, veo al Espíritu guiar todos nuestros honestos y fieles esfuerzos y, a diferencia de muchos, no me inquieta que ciertas congregaciones disminuyan y que las formas de pensar parezcan perderse. Me gustaría ver que, como cristianos, tengamos más confianza en nuestra historia y en que Jesucristo abrirá nuestro entendimiento para aprender de otras tradiciones y, en el proceso, enriquecernos nosotros y a los demás.
Me gustaría ver que las tradiciones contemplativas no conceptuales llegaran a ser más importantes para nosotros. Quisiera que dejásemos de juzgar la corrección de nuestra doctrina y el error de sus variantes y envolver nuestros corazones con la gran historia, desde el Edén hasta todas las cosas nuevas, por intercesión de Jesús. Toda la esperanza que necesitamos está en la Biblia, desde la gente exiliada bajo las peores condiciones posibles en el desierto hasta la contemplación del futuro deparado por Dios irrumpiendo en nuestro presente; un presente conducido por un pequeño niño, donde los viejos salten de alegría y el Cielo y la Tierra se conviertan en uno solo.
Espero que personas con esa visión encuentren más voz y que, así, podamos vivir sabiendo hacia donde dirigimos. Espero también que la Iglesia pueda dejar atrás, por completo, esa teología nuestra de evasión del infierno, que pueda olvidarse de nuestro plan de escape al cielo y que realmente tan solo aproveche todo lo que hay aquí, en medio de la creación de Dios con el asombro, respeto, amor y cuidado debidos. La gente se sentiría atraída a ello y, así, cuando todos comencemos a soñar juntos, ese sueño comenzará a parecerse al de Dios.
Nota del editor. A lo largo de todo el trabajo de Paul en Living Waters, él sintió un fuerte impulso por escribir su propia novela. Él se levantaba a las 4:00 a. m. para escribir, luego, se dedicaba a su trabajo en Living Waters durante todo el día y regresaba tarde en la noche para escribir otra vez. Después de reescribir su novela cuatro veces, de esta manera fragmentada, se dio cuenta de que necesitaba dedicarse completamente a esta visión que lo impulsaba. Paul renunció a Living Waters en agosto de 2014 para dedicarse a escribir a tiempo completo. Su meta es acabar su novela a finales del verano de 2016. “Es emocionante y, curiosamente, me siento como si estuviera aquí para hacer en esta Tierra lo que tengo que hacer. Siento como si este fuera el trabajo más importante de mi vida. Trabajo tan arduamente como no lo había hecho antes en mi vida y me las arreglo para pasar mucho más tiempo con mis niños, mientras apoyo a mi esposa, quien también persigue sus propios sueños.”
Living Waters continúa prosperando en El Salvador y en el mundo, proporcionando fuentes de agua limpia, así como colaborando con la reducción de enfermedades relacionadas con ella en aldeas de países subdesarrollados.
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Si usted o algún grupo de servicio al cual usted pertenece, por ejemplo, el Club Rotario, desean involucrarse en un proyecto real de perforación de pozos en El Salvador, Paul da la bienvenida al trabajo físico de voluntarios dispuestos a ello. Para más información sobre esta oportunidad, contactar con Living Waters International a través del siguiente enlace: http://www.water.cc/contactus
“Mi esperanza es continuar convirtiéndome en un ser sencillo que traiga paz, amor y amabilidad a la gente a mi alrededor.” Paul Darilek
[1] Living Waters International. Organización Aguas Vivas Internacional (LWI, por sus siglas en inglés), entidad dedicada a la perforación de pozos de agua y dotación de recursos hídricos a comunidades marginadas en el mundo.
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