“Ayudar a una persona puede no cambiar el mundo, pero podría cambiar el mundo para una persona”. Anónimo
“APOYO PARA LA PEQUEÑA DUENDECILLA”
Translation provided by Professor Tony Bianchi
Estar en acompañamiento con familias en El Salvador ha sido especialmente divertido ver crecer y desarrollarse a los niños de las comunidades a lo largo de los años. Una niña en particular probablemente tenía dos o tres años cuando la conocí. Siempre tenía la personalidad más encantadora y cautivadora y una sonrisa acogedora. Saltaba a los brazos de los visitantes si no estaba ya sobre la espalda de Luis (su pastor). Luis la cuida y la visita tanto como puede. Le dije en broma que no creía que tuviéramos fotos de ella sola porque era su “pequeña sombra de duendecilla”. A partir de ese momento, “Little Pixie” se convirtió en su apodo entre nosotros. En todas nuestras notas de ida y vuelta habría novedades sobre nuestra “Pequeña Duendecilla”. Su alegría es particularmente llamativa cuando se considera que sus padres murieron de SIDA cuando ella era joven y dejaron a su abuela para criarla con el apoyo de muchos primos, tías y tíos en la propiedad contigua. Viven en lo que clasificaríamos como pobreza extrema en una estructura con piso de tierra dentro de una comunidad campesina.
Una niña tímida
En la pantalla del santuario de nuestra iglesia, de vez en cuando mostraba fotos de “la pequeña duendecilla”. También capturó el corazón de otra miembra. Esta persona nunca la conoció, pero solo ver a esta pequeña y escuchar sobre ella le robó el corazón. Quería acercarse para ayudar.
Esta miembra preguntaba cuándo íbamos a regresar a El Salvador y ella enviaba regalos maravillosos para la “pequeña duendecilla”. Había pequeños vestidos preciosos de verano, sandalias, mochilas y juguetes. Si esta niña los llevara todos, habría sido la envidia de toda la comunidad. Los llevamos con nosotros; sin embargo, le explicamos a nuestra donante generosa que estos artículos tendrían que dividirse entre todos los niños de la familia extensa. Una niña señalada crearía celos.
Más tarde hablamos con nuestra donante sobre la posibilidad de hacer donaciones monetarias a través de nuestra iglesia en nombre de esta niña para su educación en lugar de enviar todos los regalos materiales. Le explicamos que verificaríamos cada donación que hizo y le aseguraríamos de que esos fondos no se mezclarían con nuestro fondo general de becas. “La Pequeña Duendecilla” siempre ha amado la escuela, y su pastor nos asegura que le va bien. El se reúne con sus maestros.
Con su maestra
Mucha vida se ha interpuesto en el camino a lo largo de los años desde aquellos primeros días de la generosidad de nuestra donante. Su propia salud ha tenido un efecto. Asimismo, mi compañero y yo ya no podemos realizar nuestras peregrinaciones anuales a El Slavador. Sin embargo, aseguramos de entregar los fondos de la donante allí. Le doy mucho crédito a esta donante que continúa fielmente patrocinando a esta ahora jovencita con la esperanza de que sus fondos permitan que “La Pequeña Duendecilla” estudie una carrera algún día.
Celebración de quinceañera (15 cumpleaños)
Nuestra donante sigue fielmente enviándome un mensaje de texto cada vez que hace una contribución a la iglesia. De esa manera puedo mantener una cuenta corriente de los fondos para ir directamente a esta niña específica. Puedo contar con una donación cada 4 de agosto, cumpleaños de “La Pequeña Duendecilla.”
Aquí está la nota que “La Pequeña Duendecilla” le escribió a su fiel patrocinadora después de cumplir 16 años.
Estimado patrocinador,
Quiero agradecerle toda la ayuda que me ha dado, incluido el dinero que me envió recientemente, que se utilizará para estudiar informática.
Sé que toda la ayuda que he recibido del Pastor Don viene de usted. Antes de la pandemia, él y Caroline Sheaffer me visitaban todos los años.
Mi sueño es ingresarme a la Academia Nacional de Servicio Público (ANSP). Para eso tengo que ser graduada de secundaria. Necesito estudiar cuatro años más para eso.
Con la ayuda de Dios alcanzaré mis metas.
Dios la bendiga.
Una cosa es que me encante esta pequeña niña de ojos marrones a quien pude ver cada vez que visité El Salvador. Pero otra muy distinta es que alguien que nunca ha puesto un pie en el país reserva fondos para ayudar a subsidiar la educación de esta niña a largo plazo. Sabemos que “La Pequeña Duendecilla” y su familia están agradecidos por toda esa dedicación. Damos gracias a su donante y también a Luis que la cuida fielmente.
16 cumpleaños
