Connecting Worlds Through Creativity – in Spanish

Conectando mundos a través de la creatividad

Translation by Santiago Sanchez

Mi misión es conectar mundos. Hago esto de muchas maneras, a través del voluntariado cara a cara y el trabajo grupal, a través de mi fotografía y a través de mi escritura”.

Nota del editor: Marvin es un joven con múltiples talentos que tiene grandes aspiraciones. Su idílica infancia le hizo poner los pies en la tierra y le recuerda constantemente lo que puede ser la vida. Anhela que otros tengan esa misma experiencia, que le llevo a calificar sus primeros años de vida con un 7 en una escala del 1 al 10, y que ahora como adulto califica con un 5. Como artista, Marvin ve la vida en colores y se expresa a si mismo principalmente a través de la fotografía, a la que llama “colores de mi vida”. Hoy Marvin no ha traído ninguna fotografía con él, pero ya hemos planeado encontrarnos con él en nuestro próximo viaje y esperamos ver algo de su trabajo. Hoy él está traduciendo para nosotros, y por eso damos gracias. Como dije, Marvin tiene múltiples talentos.

Mis primeros años de formación comenzaron en julio de 1960, cuando nací en el pueblo de Llano Largo (a las afueras de Ilobasco) en el departamento de Cabañas de El Salvador. El cual tiene por acertado sobrenombre el de “paraíso secreto”, es lo que fue para mí este hermoso campo lleno de noches estrelladas a la luz de la luna. La simplicidad describe el estilo de vida de mis padres, hermano, abuelos, tíos y otros miembros de la familia, y por eso estoy agradecido. Calificaría mi tierna infancia con un 7 en una escala del 1 al 10 al haber crecido en medio de esas colinas rurales. Mi papá era ingeniero de formación, pero al vivir en el campo, trabajaba en la agricultura. Yo lo llamaría vaquero. Él y mi mamá no estaban formalmente casados.

Imité a mi abuela, que a pesar de vivir una vida dura compartía todo lo que tenía con cualquiera que apareciera. Mi abuela veía a la mayoría de las personas que se encontraba como parte de su familia, incluidos sus trabajadores contratados, así como las personas que viajaban por el área y decidían quedarse con nosotros por un tiempo. Siempre tenía algo para compartir aunque fuera algo tan simple como una tortilla; ni siquiera tenía que conocerlos. Este modelo de aceptar entre nosotros a quienes están fuera de la constelación familiar me ayudó a aprender el significado de comunidad. Su nombre era Esperanza, la palabra española para “esperanza”. También era fuerte físicamente, lo que demostró al montar a caballo, su único medio de transporte, durante muchas horas seguidas.

Una historia que me gusta compartir sobre mi abuela es que a los siete años, cuando estaba jugando en su patio trasero, miró hacia el cielo y vio un avión. Se prometió con determinación “Algún día estaré en uno de esos”. Ese sueño se hizo realidad para ella a los 92 años cuando voló a Las Vegas y luego a California para una celebración familiar. Ella me enseñó que nunca es tarde para cumplir un sueño. Nunca veré la edad como un impedimento. Murió hace dos años.

Durante la guerra civil del país no podíamos salir a la calle despreocupadamente. Todo era inseguro. Tuve primos y amigos que fueron asesinados. No fui reclutado directamente por los militares. Traté de vivir una vida lo más normal posible alejándome de lo que sucedía a mi alrededor, pero todos estábamos ciertamente expuestos. Las familias estaban constantemente preocupadas por la incertidumbre con la que todos vivíamos a diario.

Aunque de niño me criaron en la fe católica romana, no la practicaba mucho. En mi vida adulta, cuanto más comencé a viajar por lugares como los EE. UU. y Canadá, más me expuse a diferentes filosofías y religiones. En este momento de mi vida el movimiento luterano me atrae mucho. Lo que me atrae de la fe luterana son las positivas prácticas de vida que siguen. No soy conformista. me gusta la acción. Acabo de regresar tras pasar cuatro meses en una cultura luterana en la época navideña. Compartir con los demás fue la gran visión de esa temporada.

Mi educación comenzó en una escuela rural de mi pueblo hasta el sexto grado. La escuela estaba literalmente rodeada de animales. Estudié en Ilobasco hasta que llegó el momento de ir a la universidad. Luego estudié derecho en San Salvador y tuve una breve actividad laboral relacionada con el turismo.

Con la ayuda de familias de Tijuana, me moví por Estados Unidos (donde mi hermano vive actualmente) hasta Canadá. Mi primer intento no tuvo éxito porque la familia con la que me quedé se aprovechó de mi situación. La segunda vez que probé funcionó mucho mejor, y viví y trabajé en Montreal, Quebec, durante quince años. Uno de mis varios trabajos fue con refugiados de países de todo el mundo en un esfuerzo por ayudarlos a sentirse lo suficientemente cómodos para permanecer en Canadá. También solicité fondos para Greenpeace.

Era feliz en Canadá y mis trabajos me satisfacían, pero aún anhelaba regresar a El Salvador. Extrañaba los sabores de las comidas que estaba acostumbrado a paladear, como los plátanos fritos. Anhelaba los olores familiares con los que crecí y que me daban consuelo. Por supuesto, echaba de menos a mi familia.

Sabía que regresar a este país significaba regresar para hacer frente algunos incómodos problemas sociales que asomaban sus feas cabezas. Había noticias sobre la crueldad de las pandillas y la discriminación racial. Estaba volviendo a las noticias de discriminación contra cualquier minoría, incluidos los indígenas y aquellos cuya preferencia es diferente a la de la norma, incluidos los homosexuales y las personas transgénero. En el año 2000, regresé para vivir definitivamente aquí.

Aun así, este es mi país, y me siento responsable de ayudar a solucionar estos problemas. Planeo permanecer aquí a largo plazo para ser parte de la solución. Si nosotros el pueblo no nos hacemos responsables, ¿quién lo hará? No soy una persona política. A veces sirvo como observador imparcial en las elecciones. Apoyo a grupos que selecciono cuidadosamente y soy voluntario en muchas actividades. He sido crítico con algunas de las ONG que operan en este país en cuanto a cómo gastan su dinero. Creo que las mejores armas existen a través de las redes sociales. Mi objetivo es que la sociedad se organice a través de las pequeñas comunidades en las que vivimos.

El peso de las elecciones de 2009 en las que serví como observador fue uno de los factores estresantes que me afectaron emocionalmente. Durante ese proceso llegué a la triste realización de la ignorancia que existe aquí en todos los niveles. Me entristeció mucho descubrir cómo se gastaban los recursos. En 2010 sufrí una gran depresión y casi muero.

Después de buscar tratamiento, ahora me encuentro bien de nuevo. Estoy buscando una manera de ganarme la vida. Tengo una pequeña subvención de una organización. Disfruto traduciendo y guiando grupos. Doy clases particulares de inglés. Toda mi vida he estado conectando personas; Creo que soy bueno en eso. Mi misión es conectar mundos. Hago esto de muchas maneras, a través del voluntariado cara a cara y del trabajo grupal, a través de mi fotografía y a través de mi escritura.

Otra pasión que tengo es la fotografía. No viajo a menudo, pero cuando lo hago, disfruto tomando fotos con el tema “colores de mi vida”. Es una forma de expresarme tomando fotos de mi país. Originalmente mi fotografía era estrictamente para mi propio disfrute. Recientemente llevé veinte de mis fotografías a los EE. UU. para una exposición, en un pequeño lugar, y todas se vendieron en una noche. Mi fotografía me ha salvado la vida. Es mi sueño convertirme en un fotógrafo conocido.

Escribir también es un pasatiempo que disfruto mucho. Descubrí que requiere mucha disciplina y energía cuando escribí el pequeño libro que titulé “Las sandías del valle del Lempa”, que publico a través de la Compañía Lu Lu. Su temática es una memoria del tiempo que pasé creciendo en la casa de mi infancia, con mi abuela. Me gustaría llegar al punto en que pudiera combinar mi fotografía y la escritura.

Un objetivo a largo plazo relacionado con la escritura es escribir historias sobre personas que han sobrevivido a desafíos increíbles. Me inspiré al rescatar a un perrito moribundo de una enfermedad de la piel que encontré en Llano Largo. Sobrevivió milagrosamente y creció hasta convertirse en un hermoso perro. Una trabajadora del Cuerpo de Paz Japonés me ayudó a curarlo. Cuando ella se fue, tuve que dejarlo en el pueblo, y la mujer con la que lo dejé más tarde me dijo que el perro “es gay” por la forma en que se comportaba con otros perros. Le dije que estaba loca; solo estaba jugando con otros perros. La siguiente vez que vi a la mujer me dijo que mi perrito había muerto mordido por un escorpión. Estaba devastado porque sabía que ella lo había matado. En este país hay una gran cantidad de homofobia que debemos abordar y tratar como sociedad. No me van a creer, pero esto es cierto: hay gente que vive hoy en El Salvador que nunca ha visto a un extranjero. (Cuando lo miro horrorizado/a e incrédulo/a, Marvin insiste en que su información es precisa). No me refiero solo a las personas de las comunidades; estoy hablando de gente en las ciudades.

El nombre de mi perro era “Supervivencia” y hay un grupo de Facebook de unas 600 personas dedicadas a compartir historias de personas que han sobrevivido a circunstancias terribles, incluidos muchos afganos. En la película “La Ciudad de la Alegría” (City of Joy) hay una cita acerca de que “Todo lo que no se da se pierde”, la cual es mi mantra. Encuentro que necesito tomar riesgos para marcar la diferencia en mi mundo.

Un sueño para mi país es que se independice económicamente creando más empleos. Sueño que podemos construir una paz juntos. Planeo morir aquí y espero que mi sangre, así como toda la sangre derramada aquí, se transforme en maíz floreciente y se convierta en el país que conocí de niño cuando me sentía seguro e inocente, mirando hacia el cielo estrellado, iluminado por la luna, sobre un pueblo pacífico sin amenazas ni miedos, sin pesadillas, y cuando todos se apoyaban unos a otros. Eso haría feliz a mi abuela.

Contributions

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    Saint Stephen Evangelical Lutheran Church (ELCA)
    30 West Main Street, PO Box 266
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