MIGUEL ÁNGEL RAMÍREZ
Translated by Juan F. Escobar
“Quisiera que aquí los niños expresaran sus ideas de forma creativa y que no se vieran a sí mismos como parte de un país del tercer mundo.”
Nota del editor: Esta es nuestra segunda visita a la encantadora galería/estudio de arte de Miguel. El año pasado nos encontramos con ella por accidente e hicimos un autorrecorrido. Nos fuimos insatisfechos, pues necesitábamos escuchar la historia completa que había detrás de este lugar a través de las palabras de su fundador; sin embargo, ya que en principio no esperábamos encontrarnos con este sitio, no tuvimos el tiempo adecuado para hacerlo, además de que el conductor del taxi nos esperaba. Unos días después, durante ese mismo viaje, visitamos a algunos amigos y reconocimos en la pared de su sala de estar algunos trabajos de la factura de Miguel. Mientras charlábamos, descubrimos que este artista coincidentalmente era su amigo personal.
Luego, un año más tarde, una tía de nuestro amigo que tomaba clases de arte con Miguel arregló una entrevista con él para nosotros. Así, pasamos gran parte de la mañana en su mágico jardín-galería en Panchimalco observando cómo sus estudiantes locales se expresaban a través del arte. Las instalaciones ocupan los terrenos de una antigua cascada, ahora transformada en un asombroso estudio de arte al aire libre. Los grupos de estudiantes trabajan en varios niveles distribuidos por toda la propiedad, una área llena de serpenteantes senderos, escaleras curvas, fuentes burbujeantes y cascadas de plantas tropicales. El arte abunda por doquier, ya sea en los muros de contención esculpidos en piedra, en las colgantes obras de arte que conducen al visitante dentro de una estrecha grieta o en la gran galería oculta llena de trabajos de periodismo fotográfico que rodean una gran fuente cruciforme. ¡Qué alegría produce el observar a sus alumnos estudiar los libros de los grandes maestros, dibujando bocetos en sus libretas –sirviéndose del paisaje de fondo desde un lugar en el desván– o examinando obras de arte inmóvil desde varios ángulos! Por otro lado, también se observa a un estudiante avanzado instruir a otros grupos de aprendices. En este entorno, conocimos a una talentosa niña de ocho años quién, además de tener una aptitud excepcional para el arte, lee libros de filosofía de alto nivel; Miguel no puede esperar para ver lo que ella logrará en su vida.
Cuando le expreso a Miguel que este lugar parece un oasis para estos niños del lugar, él se muestra muy animado y complacido por la selección de la palabra.
La ciudad de Panchimalco tiene sus raíces en la cultura india aborigen. Los antepasados tanto de mi padre como de mi madre pertenecían a los últimos nativos mayas en Santo Tomas. Así, veo el hecho de haberme afincado aquí como un movimiento paralelo. Este edificio –en el que nos encontramos ahora– está construido con el mismo material que el de mi hogar en mi comunidad campesina. Como Mahatma Gandhi dijo (parafraseado): “si un burro usa la piel de un tigre, él sigue siendo un burro”.
No fue sino hasta que asistí –como adulto– a una conferencia en La Habana, Cuba, que noté que muchos países tenían su pasado basado en su estilo individual del arte. Algunos se basan en la naturaleza y en su filiación con ella. Un mexicano que se presentó en esa conferencia se refirió a la memoria genética de las culturas nativas en América Latina: estas no han desaparecido gracias a la supervivencia de su arte, arquitectura, escultura y pintura. En la frontera de Guatemala y México, han descubierto un mural antiguo mucho más viejo que las obras de Miguel Ángel.
Es mi creencia que nosotros heredamos el amor por el arte de la misma manera que heredamos las características físicas. Nací el 9 de febrero de 1960. Tanto como alcanzo a recordar, de niño siempre disfrutaba mezclar colores y jugar con la cerámica. Esto era difícil de comprender para mis padres campesinos. Yo era el último de diez hermanos en la familia. Mis padres nunca tuvieron la oportunidad de leer o de escribir. Al mirar hacia atrás, a la situación de mi familia, creía al principio que la pobreza era exclusiva de mi propia familia. ¡Mi papá incluso nunca usó zapatos! De hecho, cuando lo llevaron contra su voluntad al servicio militar durante los años 1930, él se rebeló y desertó. No solo que no estaba acostumbrado a usar botas, sino que nadie tampoco se molestó en explicarle por qué luchaba.
Como adolescente, cuando la guerra asolaba este país, yo no entendía por qué sucedía. Recuerdo que solía pensar: “¿Por qué dos personas tienen que pelear entre ellas?” Yo era muy ingenuo. La guerra es tan injusta con los pobres que no tienen ninguna opción. Ese fue un período difícil de mi vida. Muchos de mis amigos que no veían ninguna esperanza de paz, sin lugares para la distracción y sin oportunidades, cayeron en las drogas y en el alcohol. Yo también sentía un vacío en mi corazón, pero pude llenarlo con mi amor al arte, que incluía la admiración por los artistas latinoamericanos. Uno de ellos era de Ecuador.
Más tarde, durante la guerra, pinté niños con grandes ojos (su rasgo artístico identitario), pero con las caras tristes y grandes lágrimas que resbalaban por sus mejillas. El propósito era atraer la atención de los políticos para que vieran cómo viven los niños en la guerra y así detener la lucha y terminar con el conflicto. Esto llevaría mis obras hasta donde las autoridades. Algunos de mis trabajos terminaron en libros educativos. En otra ocasión, le presenté una de mis pinturas al Embajador Baker de los EE. UU., quien se encontraba aquí al final de la guerra para participar en el proceso de paz. Él decidió dejarla en la embajada americana, en la oficina del Ministerio de Relaciones Exteriores. He entregado mis trabajos a bancos y a instituciones privadas y les he concedido los derechos para utilizarlos en actividades de recolección de fondos para varias ONG. Algunas de mis obras se encuentran en museos en todo el mundo, incluyendo el Vaticano. Esto me da una gran satisfacción.
Yo ya no pinto más niños tristes de grandes ojos y con lágrimas. Ahora están sonriendo. Los ojos son la mejor manera de comunicarse con alguien, incluso cuando uno no habla la misma lengua ni vive en el mismo país. Elijo niños porque tengo un gran respeto por la niñez. Siento que toda sociedad debería girar alrededor de sus niños. Si así lo hiciéramos, tendríamos sociedades más cariñosas y no pensaríamos en lastimarnos unos a otros. (Camuflada dentro de algunas versiones más grandes, se encuentra la Virgen de Guadalupe, pero usted ciertamente tendrá que esforzarse en buscarla para encontrarla.)
Miguel es muy reconocido por este tema: “comunidad campesina“.
Por el hecho de crecer en una comunidad campesina, mi futuro habría sido trabajar en fábricas o granjas. El arte era virtualmente desconocido en mi familia. Así, antes de poder ganarme la vida como artista, trabajé en una fábrica que hacía ladrillos y bloques de concreto. Sin mis aspiraciones, ese habría sido mi destino. No estaba seguro de si yo podría ganarme la vida con mi arte. De todas maneras, con una pasión por esta disciplina, una oportunidad de educación y con el estímulo de mentores y amigos, he sido afortunado de que mi sueño por ganarme la vida a través del arte se haya convertido en realidad. El amor por él marcó una total diferencia para mí.
En este tiempo, solía ser normal que la gente pobre no tuviera acceso a la educación. Ahora que la he adquirido, veo como un privilegio el estudiar arte. Hay muchos lugares y maneras de estudiarlo. Diversas sociedades lo aprecian y lo estudian de muchas formas. Personalmente, me ubico a mí mismo más como un romántico en el sentido de mi arte, pero admiro el potencial en la sociedad. Un privilegio que he tenido ha sido viajar a diversos lugares y considerar varios estilos artísticos. Nunca esperé estar en Chile como huésped de las primeras damas de América Latina ni esperaba viajar a Suecia para compartir mi arte. Mi capacitación artística formal la recibí en el Centro Nacional para las Artes en San Salvador, durante un programa de cuatro años. Esto implicó aprender otras cosas además del arte, cosas que incluían nuestras raíces, realidad y discriminación.
En 1996, presenté mi primera exposición internacional en un museo contemporáneo en Chile, junto a artistas de todas partes de América Latina. En esa época, no había ninguna relación oficialmente reconocida entre Cuba y El Salvador. Cuando abrí un catálogo de artistas y vi mi nombre justo al lado de artistas cubanos, supe que el camino para exhibir mi obra en Cuba estaba preparado. Allí, presenté una exposición de mi trabajo con un artista venezolano. Este hecho permitió abrir un programa de intercambio de artistas entre nuestros dos países. En ese tiempo, Juan Pablo II estaba en Cuba y se enteró acerca de mí y de mi arte. Desde entonces, los intercambios internacionales continúan siendo de vital importancia para mí. Por esta razón, yo también los promuevo en el estudio. Recientemente, un grupo de Pensacola, Florida, pasó aquí un tiempo con mis estudiantes. En este sentido, nosotros esperamos arreglar una visita de nuestros aprendices para que viajen al estudio de Pensacola.
Algo que también me produjo una cierta satisfacción fue un libro que presentaba a cincuenta personas a las que se les planteó una pregunta: “Qué significa el éxito para usted?” Yo fui uno de aquellos a quienes se les pidió responderla. La circulación de ese libro ha traído mucha atención a esta galería.
Mi propia familia biológica validó mi pasión por el arte antes de ser reconocido en él. No tenían ninguna opción. Yo era obstinado en perseguir lo que deseaba hacer con mi vida. Quizás, como resultado de mi esfuerzo con mi propia familia, ahora yo trabajo arduamente con las familias de mis estudiantes de arte para ayudarles a aceptar y a creer en la pasión de sus hijos por esta disciplina. Por esta razón, los invito a que vengan aquí regularmente para que vean en lo que están trabajando sus hijos y para que reconozcan sus esfuerzos.
La fe es definitivamente parte de mi vida, sin embargo, no en el sentido formal o tradicional de la Iglesia católica en la cual me criaron. No estoy aquí para criticar; admiro profundamente la mentalidad de muchos líderes de la Iglesia. Al crecer, muchos en mi generación la consideraron como una opción entre tener fe o tener convicción. Muchos tenían convicción por lo que estaba sucediendo. La fe nos permite mirar más allá de lo que podemos ver. Tengo un gran aprecio por la naturaleza, que para mí es la fe. Mi respeto por la niñez y el respeto por los principios y valores es un mandamiento.
Una de las cosas más asombrosas para mí es proceder de una familia pobre y poder convencer a esa familia –y a otras– que para ser artista no es necesario ser un coleccionista; más bien, se debe tener un aprecio apasionado por la vida y valorar el lugar en el que estamos. En este sentido, este ambiente en el que nos encontramos es una casa muy simple hecha de barro y de tierra, pero, aun así, sigue siendo un espacio muy creativo. Así que lo que intento hacer es transmitir esa pasión por el arte a mis familias. En el arte no hay pobreza porque se puede enriquecerlo tan solo con contemplar una flor. Es verdad que esta podría vivir solamente un instante, pero con el arte podemos continuar admirándola por mucho más tiempo, que es lo que sucede aquí en este taller.
Las personas que me han influenciado y han sido mis mentores son Francisco Bou Mestre, fundador de la Cruz Roja en El Salvador; Esael Araujo; y otros maestros y amigos que me han motivado para continuar trabajando. Sin la ayuda de los amigos, uno no puede lograr sus sueños. En este respecto, disponemos de una cierta ayuda que proporciona becas a los estudiantes de nuestro taller. Muchos de mis aprendices provienen de familias pobres. Si necesitan la ayuda financiera, también prometo ayudarles a continuar sus estudios.
Uno de mis logros más notables se ha materializado recientemente en Panchimalco. El año pasado, algunos artistas de Italia y de Honduras viajaron hasta aquí para apoyar a nuestros artistas salvadoreños durante un mes en la construcción del jardín de la escultura en la ciudad. El alcalde nos donó el terreno para este propósito. Así, este lugar se convertirá en un destino turístico para los visitantes internacionales de todas las edades. Este es nuestro regalo a la comunidad y hace que nuestro trabajo sea visible y verdadero para todos.
Actualmente, mi objetivo se ha enfocado menos en mi propio arte y más en la longevidad de la galería como una instalación educativa para los estudiantes locales, de tal manera que, aquí, ellos encuentren su inspiración. Esta galería se establece como una herencia que deberá continuar como institución educativa, incluso mucho tiempo después de que me haya ido. Yo aprendí arte de manera formal en una escuela de arte. En el taller, nuestro método es combinar la enseñanza formal con la experiencia práctica. Considero que los estudiantes necesitan mucho más que la mecánica. Yo veo el aprendizaje como un compartir entre los artistas establecidos y los estudiantes que están aprendiendo acerca del arte. Por esta razón, estoy muy a favor de las visitas de intercambio para compartir habilidades e ideas. Dirijo talleres para todas las edades, tanto para niños como para adultos. Incluso dentro de nuestros propios estudiantes, cada grupo de ellos tiene un líder que los guía. Quisiera que aquí los niños expresaran sus ideas de forma creativa y que no se vieran a sí mismos como parte de un país del tercer mundo. Aquí, tenemos un gran optimismo.
Yo creo en estos niños y quiero oportunidades para ellos. Si no pueden pagar sus estudios universitarios, pero quieren asistir, nosotros nos encargaremos de ello, para que mediante becas puedan ir a la escuela.
Mi esposa Victoria y nuestros tres hijos son todos parte de lo que sucede aquí. Cada uno de ellos tiene su propia carrera, pero todos forman parte del funcionamiento de este estudio. Nuestro hijo Manuel se graduará de la facultad con un grado en Arquitectura. Él también esculpe. Miguel estudió comunicación y hace nuestros documentales y videos. Marisol estudió diseño gráfico y proporciona los gráficos para la galería. Cada uno de ellos apoya al taller con sus propias habilidades. Nos complementamos unos a otros y aumentamos la experiencia total.
El arte trasciende las clases socioeconómicas. Brinda expresión a las sensaciones de desesperación durante una guerra o alegría tras la inspiración por algo encantador. El arte permite la expresión individual, de tal manera que podamos compartir el uno con el otro a través del mundo.
Miguel reflexiona sobre su vida y su legado.
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