Marina Dolores Ortiz
Translation provided by Profesora Español Jeanette Fogarty
<< Tenía mil preguntas que nadie tenía respuestas porque nadie conocía mi cuento. >>
Una nota del editor: Secuestrada como una bebé. Sin ninguna identidad. Sin ninguna familia. Robada de una niñez normal. Crecer en un lugar donde adultos la llamaban nombres y la evitaban.
Y siempre se preguntaba……..
Esa es el principio del cuento de Marina.
Marina no está sola. Hay reportajes de hasta 950 niños que desaparecieron durante la guerra civil de El Salvador. La mayoridad estaba quitada de sus hogares por el militar como actos de represalia contra sus familias. El militar utilizó esta táctica de intimidación principalmente en las comunidades rurales donde sospechaban la oposición por los simpatizantes de la guerrilla. Los niños estaban en un estado extremo de vulnerabilidad. Muchos de sus padres ya estaban muertos, desaparecidos, o en el caso de Marina, tan asustados, su madre la dejó con una vecina de confianza y huyó rápidamente con la esperanza de volver a encontrarla cuando la emboscada terminó.
Algunos de los niños vivían en la base militar donde fueron abusados. Otros fueron entregados ilegalmente o adoptados a las familias militares o ricas de todo el mundo a familias que a veces no tenían conocimiento de las circunstancias que se rodeaban del niño.
Pro-Búsqueda es una organización poderosa de defensa de los derechos humanos fundada por un sacerdote jesuita, Jon Cortina en 1993. Se ha comprometida a buscar y reunirse estos niños y sus familias. El padre Cortina una vez dijo, <<Creemos que su derecho a recuperar su identidad, y el derecho de las familias de saber el destino de los niños que perdieron, debe estar cumplido y respetado. >>
Marina llega a nuestra entrevista hoy con su amigo, Felix Eduardo Alanzo Miguel.
Nunca supe mi nombre verdadero, mi cumpleaños, de dónde era, ni nada de mi familia hasta cumplí 16 años. Fue entonces que descubrí mi identidad.
Ahora sé que mis padres jóvenes y yo vivíamos en una aldea pequeña fuera de San Miguel llamado El Castano. Nací el 2 de mayo de 1982, cerca del principio de la guerra. El militar perseguía muchos en esa área incluyendo a mis padres, ambos acusados de ser comunistas. Los soldados hicieron dos emboscadas. Capturaron a mi papá durante una, y presuntamente lo mataron. Amenazaron a mi mamá anteriormente, y casi murió. Unas personas en nuestra aldea huyeron durante la emboscada, y mi mamá se hizo asustada y me dejó con una vecina. Mi mamá milagrosamente se rescató y llegó a un campamento guerrillero. Los soldados allí la ayudaron a sobrevivir, pero ella quería salir porque no quería ser parte de su grupo. Cuando volvió a nuestra aldea para encontrarme, yo ya no estaba allí, ni la vecina con que me dejó tampoco. Esto la hundió porque ambos mi papá y yo desaparecimos y fuimos todo lo que ella tenía. Volvió al campamento guerrillero para quedarse, diciendo que ella no podía ir a ningún otro lugar por haber perdido toda su familia. Se quedó al campamento por 12 años trabajando con la Resistencia Nacional. No le importaba si vivía o moría; no tenía nada para volver.
Mientras tanto, según las investigaciones, el militar me trajo con otros niños a San Salvador en camiones militares a un alberque de una iglesia. Tenía un año. De allí decidieron a dónde mandarían cada niño. Cuando tenía dos años, me mandaron a un orfanato dirigido por la Iglesia Emmanuel Baptist. Había 150 niños viviendo en ese orfanato. Algunos conocían a sus padres y otros de nosotros no.
De una manera el orfanato nos ayudó por llevarnos a la iglesia. Sin embargo, no satisfacía mi necesidad de aprender mi identidad. La única salida que tenía como una niña era jugando con juguetes y juegos con mis <<hermanos y hermanas,> pero esto nunca alivió mi dolor. Había TANTOS de nosotros – 150 niños sin tratamiento personal ni atención. Estaba vagamente consciente de que algo estaba ocurriendo dentro del país, pero no sabía qué. Las familias vendrían buscando ayuda o refugio, y algunas veces las permitían quedarse. Había muchos niños experimentando trauma. Esos quienes me ayudaban más no eran empleados, sino mis <hermanos y hermanas.> Una de las jóvenes mayores, llamada Claudia Arvalo, que tenía 17 años, y en mi misma situación, parecía más consciente de lo que estaba sucediendo en el país. Comenzó a identificar quién tenía y quién no tenía padres basándose en quién recibía regalos y quién no. También vio la discriminación que ocurría y comenzó a protegernos de los abusos posibles. Personalmente me impidió de ser violada. Si ella no hubiera estado allí, quién sabe lo que me habría pasado. Le debo parte de mi vida por cuidarme.
Después de la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, ésos que conocían a sus padres volvieron a casa. Diez de nosotros no tenían ningunas identidades. Las autoridades no sabían qué hacer con nosotros. En ese momento éramos chicos, y había muy pocos de nosotros para ser alojados en una instalación grande como el orfanato. Necesité un nombre oficial para estar registrado, así mi anterior apodo de <Loly>, cambió a Anna María Paiz y tenía que mudarme a un lugar más pequeño llamado Vista Hermos. La parte buena fue que mudaron a todos los 10 de nosotros, que consideramos como nuestros hermanos y hermanas juntos. El orfanato estaba dirigido por mujeres. Sufrimos una cierta discriminación que era etiquetados como <huérfanos.>
El fundador del orfanato más pequeño sí-mismo había estado torturado y perseguido y acusado de cooperar con el movimiento guerrero. Estableció este lugar específicamente para los niños rurales que habían sufrido persecución del ejército como él. No le importaba si tuviéramos familias o no; todos de nosotros estaban tratados de la misma manera. Hizo visitas ocasionales a nuestra instalación.
En un ambiente más grande no había suficiente personal o quizás una falta de tiempo para enseñarme a comer; consecuentemente, a las horas de comer estaba descuidadamente llenado mi boca con comida por la que me regañaron y me calificaron como una <chica sucia> o <chica desordenada.> Nadie quería cuidarme. Todos de nosotros los chicos estaban en el mismo barco. Una vez cuando tenía 6 años, estábamos comiendo pescado, y yo era un comedor descuidado, estaba cubierta con pescado y mocos en mi cabello, que estaba colgando recto en mi cara. (No había ningunas colas de caballo ni ningunos empleados para hacerlas.) Por casualidad oí a un empleado que se quejaba de que no quería ayudarme a comer. El fundador, el pastor Miguel Thomas Castro, estaba allí, y me levantó y limpió el cabello de mi cara y besó mi cara. ¡No había experimentado nunca eso antes y estaba tan sorprendida! No estaba acostumbrada al contacto físico, especialmente al afecto. Él pasaba tiempo rezando con los niños que estaban enfermos, así a menudo fingía tener un dolor de cabeza para que él viniera a pasar tiempo conmigo. Sigo manteniendo una relación buena con él y lo veo como un padre, él me ve como una hija. Probablemente él no recuerda <el cuento del pescado>, pero yo sí.
El padre Miguel me ayudó a abrumar a mucha de la trauma de mi infancia que estaba experimentando. No tenía memoria de nada antes de la edad de cinco. Después de los cinco años era como si de repente me desperté en este ambiente con todos estos niños alrededor de mí dándome cuenta de que no tenía nada cuando mi sufrimiento empezó. El padre Miguel era la primera persona que me ayudó a abrumar algo de ese sufrimiento.
Permanecí con este grupo de diez <hermanos y hermanas> durante el resto de mi vida huérfana hasta que pude crear mi propia vida. Todos nosotros asistimos a la escuela que perteneció al orfanato en una vecindad cercana de Haciento. Los maestros allí discriminaban a nosotros <huérfanos.> El personal y otros estudiantes siempre nos culparon de todo lo que salió mal en la escuela. Reaccioné con la violencia algunas veces, estaba harta de la situación, y vigilé para mis derechos. El personal me consideraba como una persona con conflictos. Protegí a los otros niños que estaban intimidados como mi amigo Felix aquí.
Una de mis maestros, la señorita Nelly Sánchez, era consciente de mi situación, ofreció protegernos, y nos dijo que no tuviéramos que reaccionar de esa manera. Empecé a confiar en ella y me convertí en un líder de la escuela. Además de mi línea directa al pastor, ella se volvió mi aliada. Nuestro grupo de diez nos mantuvimos como un equipo.
Viviendo en un entorno institucional, tus derechos humanos pueden ser fácilmente violados. Cuando te das cuenta de que no tienes nada, vives con un gran vacío interior. No encontré ningún significado en mi vida. Preguntaría, << ¿Por qué como una niña tengo que vivir sin mis padres?>> Tenía mil preguntas que nadie tenía respuestas porque nadie conocía mi cuento. Por eso durante los años de mi adolescente me convertí en algo de rebelde. Estaba muy resentida, preguntándome por qué había sido abandonada.
Poco tiempo después de la firma del Tratado de Paz, el pastor vino a nuestro orfanato con dos anuncios. Dijo que era demasiado caro para la iglesia mantener una instalación grande y abierta para 10 jóvenes. La segunda noticia más estremecedora era que había niños arrancados de sus familias durante la guerra y< <Yo pienso que ustedes estén entre esos niños. Probablemente hay alguien allí que está buscándolos .>> El padre Jon Cortina, un sacerdote jesuita era un amigo de él y estaba muy involucrado en estos esfuerzos. Nos dio la mano, nos observó, y nos preguntó si algunos de nosotros recordaron nuestro pasado. Dos de los niños recordaron que vinieron de un lugar donde había sido una masacre. Los demás de nosotros no recordaron nada. El pastor dijo que pensó que éramos <niños de guerra.> Respondemos, << ¿Qué guerra? >> Tenía a eso de 12 años en ese momento.
Esto nos ofreció alguna esperanza mientras compartimos nuestra información incompleta y seguimos sentarnos e esperar. En 1995 algunos empleados de Pro-Búsqueda llegaron a nuestra casa con noticias que encontraron la familia de una de mis <hermanas> llamada Reyna. Ella respondió muy indecisamente; estaba conmocionada. La preguntamos, << ¿Por qué no estás alegre? Nos gustaría que fuéramos nosotros.>> Su tío acompañó al empleado, y ella se quedó muy distante alrededor de él. Los demás de nosotros éramos más simpáticos que ella. Le preguntamos qué quería, y ella respondió, << Quiero a mis padres.>> Estaban matados durante la guerra. Preguntamos al empleado de Pro-Búsqueda del progreso de nuestros casos pero nos dijeron que los casos eran más complicados y difíciles porque no sabíamos nuestros nombres verdaderos. Eso es cuando yo perdí la esperanza.
Empecé a rezar. Recé para una hermana. No me importaba si mis padres aparecieron. Solamente quería a una hermana. En 1997 un hombre llegó a la oficina de Pro-Búsqueda para archivar un caso para una chica desaparecida. (Él había sido torturado durante la guerra pero consiguió sobrevivir.) Él era mi tío llevando una foto de mí y mi madre estaba con él. Habían estado buscando el lugar donde ella había estado y los orfanatos. El orfanato donde yo estaba primero tenía una foto diferente de mí que él tenía, por supuesto, pero los investigadores comparando las dos durante la investigación dijeron, <<Pienso que son la misma persona. >> Estaba confundiendo durante el año de la investigación porque Pro-Búsqueda vino a mi casa e tomó una muestra de ADN y dijo que había una posibilidad que mi familia se presentara. Tomaron una muestra de ADN de mi mamá para estar ciertos. Después de dos meses los resultados de ADN estaban definitivos para una pareja.
En ese momento me sentí las mismas reacciones como mi <<hermana, Reyna>> tenía. Estaba conmocionada para descubrir que tenía una mamá, hermanos y hermanas, tíos, mucha gente. Después de no tener a nadie todos estos años, no estaba segura de cómo responder y tenía emociones contradictorias. Me sentí alegría por un lado pero tenía preguntas sobre mi abandono por el otro.
Pro- Búsqueda programó una cita para conocernos en mayo de 1998. Tenía 16 años. La primera persona que conocí era mi hermana. Esto era el milagro por el que había rezado. Una a una estos extranjeros, miembros de mi familia, empezaron a presentarse. La última persona que conocí fue mi madre. Era muy emotivo. Explicó el cuento doloroso de lo que había pasado. Nadie dijo una palabra de mi padre. Finalmente pregunté, y todos mis tíos y tías empezaron a llorar. Mi mamá dijo cómo el ejército lo había llevado e indudablemente lo mataron y cómo afectó a toda la familia extendida que nunca superó su pérdida.
Tuvo que perdonar a mi mamá, aunque ella no era responsable de lo que me pasó. Ella ha vivido con la culpa toda su vida. Con la ayuda de 8 años de tratamiento sicológico profesional proveído por Pro-Búsqueda, he podido formar un parentesco con mi mamá. He superado mi indignación y mis problemas de sufrimiento y puedo llamarla <<madre.>> Descubrí que mi mamá es una campesina en el Departamento Morazán. Llevo a mi propia familia a visitarla durante nuestras vacaciones.
La infancia es una parte muy importante de la vida de una persona, and si está negada porque no pasaste este tiempo con tu familia, es muy doloroso y te deja con un vacío. Re-unirme con mi familia ahora me ha dado una paz interior.
La curación más grande para mí como una persona y como una mujer era tener mis propios hijos. Son míos y son especiales. Mi familia es muy importante a mí. Vivo con alguien y tengo dos hijos; Jon tiene 7 años y Lynn tiene 5 años. Cuando oí por la primera vez que mi hijo me llamó <<Mamá>>, estaba en el séptimo cielo, y me sentí satisfecha como una persona. Algunas personas dicen que tuvo mis hijos temprano, pero no me importa. Llevan mis genes; los disfruto y aprendo de ellos y ellos de mí.
El personal de Pro- Búsqueda es como una segunda familia para mí. Me siento como si estuviéramos conectados desde tenía 12 años. Participo en todas sus actividades públicas y fui una vez su <<Legisladora por un Día.>> En 1997 Pro-Búsqueda construyó un memorial para los desaparecidos. He añadido el nombre de mi papá, José Dolores, tanto como mi nombre a la pared. (Pro-Búsqueda me ayudó proceder hacia los canales legales necesarios para cambiar mi nombre como mis padres habían planeado.) Cada año llevo a mis hijos allí para visitar a mi papá en la pared. Al principio era difícil para ellos entender de qué se trataba, pero a medida que envejecen, lo hacen. Mi hijo tiene miedo cuando oye cuentos de los niños desaparecidos. Cuando envejecen, voy a compartir mi cuento con ellos. Al principio fui un poquito sobreprotectora criando a mi hijo, pero un sicólogo me dijo que eso era un error. Necesitaba permitirle ser curioso. Me he relajado un poquito con mi segunda niña.
En 2004 comencé a trabajar tiempo completo en la oficina de Pro-Búsqueda colaborando con las víctimas. Mis experiencias personales pueden ayudar a los otros que comparten las mismas o semejantes situaciones. Desde que tenía 5 años, he querido perseguir una carrera como una abogada, y ahora estoy al fin de esos estudios. Quiero especializar en los derechos humanos.
Ahora muchas personas que me ven solamente como una joven, tienen problemas para entender lo que he vivido. Es importante que el legado de nuestro país los recuerde que somos víctimas sin una identidad. Saber que había víctimas, que estas víctimas no podían sanar adecuadamente, contribuye a la identidad del país. Aprendí a recuperar mi propia identidad, que va más allá de mi nombre; es mis raíces a un nivel más básico. Sobre todo, ahora puedo decir que sobreviví mi situación and puedo compartirla.
A pesar del sufrimiento soy capaz de llevar una vida alegre, sin olvidar del pasado, sino vivir con él. Si escogemos olvidar nuestro pasado, no dejamos nada para la siguiente generación. Cuando era estudiante, escribí un ensayo de los niños desaparecidos para que la siguiente generación pudiera leerlo como un legado. Mi cuento es una carga y me duele pero he llorado bastante. Tengo hijos y tengo que seguir adelante, y eso me impulsa adelante.
No veo mucho futuro para nuestros hijos en este país. La violencia social les niega un futuro. Este país no ha querido ni buscar la verdad de lo que pasó en la década de los 1980 y aplicar la justicia ni hacer que los responsables paguen por sus crímenes. Sin estos dos elementos no podemos re-construir el país. Es necesario hablar sobre el tema porque es la única manera de construir un futuro para los niños, basado en la verdad y la justicia. Nadie ha sido procesado para los crímenes. En este país usted puede matar a alguien y no sufrir las consecuencias; esto no puede continuar. La vida es importante y tenemos que coexistir. Si no buscamos el origen de la verdad, no podemos seguir adelante.
La mejor cosa que este país puede ofrecer a otros países es la experiencia de nuestro dolor que sufrimos, que sobrevivimos and seguimos adelante, y a pesar de ninguna paz para las víctimas, y que hemos derrotado el dolor, lamido nuestras heridas, y queremos recuperar nuestra confianza del gobierno.
Quiero tener la esperanza porque tengo hijos and necesito la esperanza por ellos. Desafortunadamente, somos un país muy pobre, y cuando ciertos funcionarios ganaron el poder y ven otras cosas disponibles, a veces se hacen corruptos. La corrupción enferma a una sociedad. Si no invertimos más a la educación, todo el país sufre porque no podemos desarrollar en un modo humano.
Mantenía una buena relación el padre Jon Cortina, el fundador de Pro-Búsqueda, hasta su muerte. Sabía que yo había planeado nombrar a cualquier hijo después de él. Nuestra familia participa a la celebración de su vida cada año.
Una nota del editor: Hemos apoyado la misión y el trabajo de Pro-Búsqueda y decidimos antes de nuestro reciente viaje entrevistar a una persona que había reunido con su familia como un resultado de los esfuerzos de Pro-Búsqueda. Poco sabíamos los volátiles que sus oficinas vivienda todos sus registros (incluyendo sus registros de computadora) se convertirían 2 meses antes nuestra llegada. Lean este resumen para los detalles.
En relación con este ataque el 15 de noviembre de 2013 a las cinco menos cuarto por la mañana, Marina dice que sabía que algo así como esto iba a suceder, especialmente cuando el Congreso los notificó que la Ley de Amnistía iba a cambiar. <<Estaba horrorizada cuando vi las condiciones de la oficina. Fue un asalto a todos los víctimas, >> según Marina. Dijo que esto muestra que no hay tolerancia para la verdad y la justicia cuando se usa un ataque terrorista. <<Habíamos recibido recientemente un caso contra las fuerzas armadas y habíamos tratado de resolverlo usando medios pacíficos; no medios violentos. Tiene que haber un día en que el ejército y otros pueden sentarse y decir la verdad para resolver estos casos. Hay una responsabilidad pública para la reconciliación en el país>>, declara Marina.
Pro –Búsqueda no recibe apoyo del gobierno. Su trabajo depende de donaciones y voluntarios. La Base de Datos de ADN se encuentra al campus de la Universidad de Berkeley. A través de las muestras de ADN se identificaron 389 pares de padres/hijos; se reunieron 235 familias; 58 han muerto. La mayoridad de los casos sigue sin resolverse.
Todas las familias reunidas no tienen un final feliz. Muchos de los << hijos>> que ahora son adultos de mediana edad todavía guardan resentimiento contra sus padres por las situaciones que rodeaban sus desapariciones. Mucho tiempo ha pasado y estos <<hijos>> ahora tienen sus propias familias y muchos no quieren que el pasado desenterrara.
Debido a la ley de amnistía de 1993, nadie ha sido proseado por los secuestros o las 80,000 muertes, 8,000 desaparecidos y desplazados forzados de un millón de gente durante la guerra. Esta impunidad otorgada a los violadores de derechos humanos has sido una fuente de las heridas abiertas en el país.
Home (Return to Embracing El Salvador Article Marina Ortiz-English Version)