ANA BEATRIZ LANDAVERDE
Spanish translation provided by Profesoro Espanol Tony Bianca
“Espero que la verdad sea clara para todos. Solo entonces tendremos reconciliación y armonía.”
Nota del editor: Sin un poco de historia sobre otra persona, Hermana Silvia Maribel Arriola, no se puede apreciar la historia de Ana. Ana fue muy influenciada y modeló su vida al modo de la hermana Silvia.
Breve biografía sobre Silvia Maribel Arriola: Nacida el 20 de marzo de 1951, Silvia sintió una llamada religiosa y entró en un convento en México donde también estudió enfermería. Esto fue en contra de los deseos de sus padres. Ella tomó sus votos y regresó a El Salvador con otra hermana quien estudió sociología. Juntas decidieron servir a los pobres en una “Pequeña Comunidad”, que es una de las comunidades cristianas formadas como resultado del Vaticano II que hace hincapié en “opciones para los pobres.” Trabajó en el ministerio durante cinco años en la pequeña comunidad, donde fue una fuente popular de aliento. Desde 1977 hasta su muerte en 1980, Silvia servió como secretaria del Arzobispo Romero durante el día mientras trabajaba en las comunidades por las noches.
Las habilidades de enfermería de Silvia fueron muy útiles cuando se unió al campamento guerrillero del FMLN en Santa Ana durante la guerra civil del país. El 17 de enero de 1981, Silvia fue asesinada en ese campo. Los cuerpos fueron mojados con gasolina y quemados para destruir la evidencia de una masacre de civiles, una de los 200 documentadas en la guerra. Ella tenía 29 años.
Esta querida heroína es una de las tres imágenes pintadas en un mural en la Casa de CEBES, Perquín, El Salvador, a la insistencia del sacerdote belgo Rogelio Ponseele, quien sirvió en el departamento de Morazán durante la guerra. Las otras dos personas cuyas imágenes son honradas en el mural son el Arzobispo Romero y el Padre Octavio Ortiz Luna, el sacerdote asesinado en 1979 en su parroquia en el área Mejicanos de San Salvador.
La historia de Ana: Mis padres crecieron en el campo donde los dos quedaron huérfanos cuando eran muy jóvenes. Empleos los trajeron aquí a San Salvador. Nací el 11 de enero de 1961 y tuve tres hermanos.
Cuando tenía catorce años, mi madre nos enseñó a mi hermana mayor y a mí a hacer bordados. En realidad no lo disfruté entonces. A mi hermana le gustó más y comenzó un taller de artesanía donde hizo ropa y bordado. Cuando murió de cáncer hace dieciséis años a los 45 años, dejó todas sus materias primas. Cuando comencé a trabajar en la comunidad cristiana, descubrí que muchas de las mujeres ya estaban haciendo ese tipo de trabajo para sostenerse y mantenerse a sí mismas. Empecé a participar y a disfrutarlo más usando las telas y el hilo de mi hermana. [Note el trabajo precioso en la camisa que lleva en la foto.]
Las comunidades cristianas se establecieron para proporcionar vidas justas a las personas que viven en el país. Me dieron la oportunidad de participar en una iglesia abierta para proporcionar destrezas a sus miembros. Dio incentivos para que sus miembros aprendieran el alfabeto y para que aprendieran a leer. Conocí a una persona religiosa, una monja, la hermana Silvia Arriola, que enseñó a la gente religión basada en su realidad. Ella creía en la “opción por los pobres” y consagró su vida a esa causa trabajando con varias comunidades. La hermana Silvia apoyaba a los pobres viviendo lo que profesaba. Sus valores eran altos, y su espíritu era contagioso. Ella fue activa en apoyar y motivar a nuestro grupo de jóvenes.
El gobierno confundió el propósito de la religión, especialmente los puntos de vista de la teología de la liberación, con la política, y lo vio como una amenaza. Muchos clérigos, incluidos sacerdotes, monjas, evangelistas y catequistas, fueron perseguidos y asesinados durante la guerra civil. El sacerdote belga, el padre Rogelio Ponseleele fue quien acompañó a la gente sin importar a dónde lo llevara, incluso a las colinas en el área de Morazán con los guerrilleros, donde continuó bautizando, casando y celebrando la misa. Ana lo recuerda bien. El primer sacerdote fue asesinado en 1977, y la matanza continuó hasta 1991. Las comunidades cristianas también estaban bajo sospecha y amenaza. Cuando la hermana Silvia fue asesinada a los 29 años, las personas de mi comunidad sentían que yo era la más probable para continuar su trabajo. [Las lágrimas llenaron sus ojos cuando recuerda la vida de su heroína–una joven monja devota arrancada de manera tan brutal.]
La hermana Silvia fue mi inspiración, así como para muchas otras personas. A los dieciocho años yo estaba muy interesada en la estructura de este trabajo religioso. Yo también quería ser una persona religiosa, así que elegí emular y seguir los pasos de la Hermana Silvia en el papel de monja en la orden llamada “Misionera de las Pequeñas Comunidades”. Somos un grupo de hermanas quienes viven juntas en la comunidad dando crédito a la creencia de la “opción de los pobres” que incluye capacitar a los laicos para que sean activos en su fundación Cristiana.
Todos los asociados con las comunidades cristianas se consideraban una amenaza porque los militares nos veían como guerrilleros o simpatizantes de ellos. Cuando dejé a mi familia para unirme a la comunidad, mi madre y mi hermana menor rezaban. Los militares vinieron y tomaron todo lo que mi madre tenía en la casa y golpearon a mi madre, dejándola por muerta. Cuando mi hermano y mi padre regresaron de la escuela y las colinas y encontraron esto, sabían que tenían que irse porque, si los militares volvían y encontraban a alguien con vida, los matarían.
En ese momento durante la guerra, nuestro trabajo era similar a los trabajadores sociales. Envolvía tareas como organizarnos para encontrar cuerpos de personas desaparecidas de nuestras comunidades, ir a las cárceles para buscar a personas conocidas, mudar a familias a lugares seguros, como familias exiliadas del campo a la ciudad. Tuvimos una casa de refugiados para adultos y niños. Esos tiempos cambiaron la forma en que evangelizamos a las personas porque no podíamos ir a comunidades donde pudiéramos ser sospechados y causar peligro para nosotros mismos. Perdimos a miembros que cruzaron la línea para unirse con los guerrilleros porque sentían que no tenían opciones. A veces tuvimos que hacer campaña y acompañar a las personas en las zonas de conflicto y ayudar a las personas que venían del frente y a los niños que perdieron a sus padres para tratar de encontrarlos. Otro trabajo era ayudar a la gente salir del país en una manera segura. Hubo momentos en que la comunidad misma tuvo que mudarse.
Actualmente hay una gran diferencia en la forma en que servimos a las personas. Promovemos la paz a través de reuniones populares en desfiles a través de medios no violentos. Aunque es posible que no veamos resultados visibles de nuestros esfuerzos, es una forma de compartir nuestra historia. El impulso ahora es compartir nuestra historia como parte de la historia de Dios. Trabajamos juntos en hermandad por solidaridad. Hay más libertad para compartir. Traer jóvenes a nuestras comunidades es una forma de compartir nuestra historia.
La forma en que el sacerdote local se relaciona con nuestra comunidad siempre marca el tono en términos de cooperación con la estructura formal y más tradicional de la iglesia. Desde 1990 hasta 2000 tuvimos un sacerdote de Illinois que nos dio energía. Él realizó consejería para nuestros miembros y nos ayudó a recaudar fondos para construir una iglesia en la ronda, que la gente amaba. Era como una fiesta cada vez que nos juntamos. El sacerdote promovió a las mujeres y a los trabajadores laicos. En 2000 hubo un gran cambio en el liderazgo. El contrato para las Hermanas de Maryknoll en el país terminó. Nombrado era un sacerdote salvadoreño cuya actitud era una figura de autoridad, ego y poder. No tenía ningún respeto por trabajar con la gente. No dio fe a todos los programas anteriores que se habían desarrollado. Eliminó todos los programas sociales, programas educativos, recreación y cuidado de la salud. Quitó la biblioteca, los programas de inglés y las clases para enseñar a las personas a cocinar para ayudarlos a encontrar trabajo en los restaurantes locales. Todos los grupos litúrgicos, incluida la danza litúrgica, fueron quitados, así como cualquiera de los himnos que hablaban de los pobres. Hizo que la gente pagara por cualquiera de sus servicios, incluidos los funerales. Las personas fueron instruidas a asistir a la iglesia y hacer reverencia directamente a ÉL solamente. Personas descontentas dejaron de asistir a los servicios. Me quedé porque quería ver lo que quería. Abusó el tiempo de la gente convocando a una reunión temprano y los mantuvo allí hasta la medianoche. Había un grupo que quería hablar con el arzobispo, pero era general del Opus Dei y no quería involucrarse. El sacerdote acusó al grupo de conspiración en su contra. Eso fue lo que hizo que nuestra decisión de formar nuestra propia comunidad cristiana funcionara en nombre de nuestras propias necesidades. Más tarde descubrimos que este sacerdote había violado a un niño y a otros en una parroquia anterior. Había sido declarado culpable pero la estatua de limitaciones había pasado y no se vio obligado a pagar daños y perjuicios. El obispo lo removió de la parroquia. La actitud del nuevo sacerdote asignado, con quien esperábamos trabajar estrechamente es: “No quiero saber nada sobre las comunidades cristianas”.
Nuestra comunidad actual, Bordados de San Ramón, tiene diez años y alrededor de cincuenta personas residen en ella. Es una de las tres comunidades que trabajan por separado pero que se unen en diferentes proyectos. Tenemos un lugar de culto para reflexionar sobre la Biblia. Todos los miembros se ven como iguales y participan en compartir de la Sagrada Comunión, por ejemplo, en vez que solo el sacerdote distribuye los elementos. Sin embargo, reconocemos que los dones individuales son diferentes. Algunos son músicos y otros leen las Escrituras, por ejemplo. Un beneficio de vivir en una comunidad como la nuestra es que todos trabajamos para las necesidades de todos dentro de la comunidad. La realidad de la vida en El Salvador es que después de los 35 años, es difícil encontrar empleo. Por lo tanto, una comunidad puede dar seguridad. Muchas de las personas están empleadas; otros son autónomas. En 1997 comenzamos a hacer artesanías juntos para ayudar a subsidiar nuestros programas, como la educación y la atención médica. Nuestro sueño es tener las necesidades básicas para vivir. Tanto mi padre quien murió hace dos años, y mi madre, que aún vive, han sido parte de la comunidad.
Es mucho más satisfactorio abordar nuestras propias necesidades como una comunidad. Gran parte del poder de las comunidades cristianas fue eliminada por la iglesia tradicional. No somos bienvenidos para ser parte de la iglesia más grande. Esto ha sido dañino para nuestro ministerio. Esto es más difícil que experimentar la guerra misma cuando deberíamos trabajar para la gente común. La participación en la Iglesia Católica tradicional está disminuyendo.
En el pasado, estas comunidades eran grandes y florecientes. No estoy segura de cuántas comunidades de este tipo existen actualmente. Sin embargo, hace tres años en una reunión había 800 comunidades cristianas representadas en ese momento. Puede que seamos pocos en número, pero compartimos, conservamos y mantenemos los recuerdos de las víctimas de nuestro país y celebramos las victorias. El Dios viviente continúa acompañándonos y nos fortalece incluso durante las desilusiones.
Los mismos problemas, como el desempleo y la falta de atención médica, que causaron la guerra civil, todavía existen en la actualidad. Necesitamos mejores soluciones para lidiar con ellos. Aprovecho la fortaleza de mi comunidad que me da el espíritu para continuar. La razón por la que estoy haciendo esto es por el sacrificio de aquellos que murieron durante la guerra. Siento a esas personas que perdieron su vida dentro de mí, sus ideas de una vida mejor. Es importante aprender del pasado para seguir adelante.
Mi sueño para El Salvador es para más empleo. Además, deseo ver una tierra limpia. Espero que la verdad sea clara para todos. Solo entonces tendremos reconciliación y armonía. Una comunidad a lo largo de un volcán, Las Nubes, está obteniendo tanques de agua gracias al generoso apoyo de regalos de un grupo de Maine. Estamos emocionados por ellos.
También creo que el nuevo sistema de gobierno democrático está haciendo una diferencia en las actitudes de los jóvenes.
Sus padres se fueron durante la guerra.
Mi sobrina es la alegría de mi vida, como lo es mi sobrino. Aunque todavía hay mucho por lo que trabajar, tengo muchas alegrías en mi vida. Mis mayores alegrías han sido apoyar a las comunidades y ver que la conciencia social eleva nuevas esperanzas entre la gente.
Nota del editor: Es increíble escuchar a Ana, qué tan conectada está en espíritu con la joven que causó una impresión tan profunda en ella como joven, influyéndola en una vida comprometida como una persona religiosa. Ahora, treinta y dos años después, (viviendo como protegida de la hermana Silvia), será curioso si ella estará afectando a otros jóvenes a seguir la misma vida en su futuro.
ANITA (ANA) LANDAVERDE – actualización
“Dios camina y se identifica con los más pobres. Su rostro está en estas familias”.
Nota del editor: Esta es la segunda parte de alguien a quien llamamos Ana Landaverde en nuestra historia anterior, basada en una entrevista hace cinco años. ¡Qué sorpresa más agradable descubrir que es una y la misma persona Y conocerla en su propio territorio! Ella estaba y sigue totalmente comprometida con su comunidad cristiana en el barrio de San Ramón en San Salvador. Esta es una actualización de su comunidad.
Hoy nos reunimos en el hermoso área de adoración, vamos de compras en su sala de ventas artesanal y observamos las interacciones del personal y los miembros de la comunidad.
Cuéntanos sobre este espacio
Cada semana los miembros de nuestra comunidad con base cristiana se reúnen aquí para celebrar y reflexionar sobre la Palabra de Dios y para discutir cómo afecta nuestra realidad, de modo que estamos equipados con formas de ayudar a las hermanas y los hermanos de nuestra comunidad.
Recuérdanos: todos ustedes son miembros laicos, ¿correcto? ¿Cómo se maneja la Sagrada Comunión y el Bautismo?
Sí; somos un grupo de aproximadamente 30 miembros que se reúnen para adorar y luego nos dividirnos en diferentes grupos para trabajar dentro de la comunidad. Compartimos un pan en nuestra propia Comunión pero no hay sacerdote. Preparamos a los miembros para el Santo Bautismo que tiene que tener lugar en la iglesia formal donde pueden registrarse.
¿El nuevo Papa, Papa Francisco, acepta comunidades basadas en cristianos mejor que el Papa anterior?
En términos generales, estamos contentos con él y es una bendición contar con él. Estudiamos los documentos que él proporciona y estamos de acuerdo con como él hace las cosas, aunque no hay comunicación directa entre nosotros.
Esto está en contraste con la Iglesia Católica Romana salvadoreña, que es una iglesia muy vertical, una de poder en la cual la gente de fe no participa. Se basa en dar los sacramentos en lugar de salir y ayudar a la gente. La Iglesia Católica salvadoreña prefiere que los miembros vengan a ella.
¿Consideras que tu grupo es más una iglesia lateral?
Sí, todas las decisiones que tomamos se basan en las necesidades de las personas. Incluimos tantos miembros de la comunidad en las decisiones como sea posible e incluimos a las comunidades vecinas también.
¿Puedes compartir algunos de los proyectos de compromiso en los que se centra tu grupo?
Primero establecemos relaciones con las personas. Para hacer eso visitamos las familias pobres. Conocer la estructura familiar nos ayuda. Quizás es una madre soltera o una abuela que vive sola. Una vez que las familias confían en nosotros, compartirán sus inquietudes y necesidades. Quizás tienen problemas de salud o alimentos inadecuados. Al participar en conversaciones honestas, podemos descubrir que la familia vive con un techo agujereado, por ejemplo.
Basado en las necesidades comunes, intentamos abordarlos. Si varias familias no tienen agua y viven muy cerca, tratamos de obtener agua para ellas. En los últimos cinco años, tuvimos tres grandes tanques de agua donados en el lado del volcán para ellos.
¿Quién financia estos esfuerzos?
En ese caso particular, tuvimos una relación hermana con un grupo en Maine que donó un tanque de agua. La comunidad trabajó en juntos para construirlo y mantenerlo y cada familia contribuye $5 por camión cargado de agua una vez a la semana para llenarlo.
Otro servicio que hacemos en una escala muy limitada son los micropréstamos individuales a corto plazo (6 a 8 meses) a aquellos quienes sabemos en que podemos confiar para que nos paguen. Ninguno es más grande que $200. Van a personas que desean vender pupusas, ropa, leña y tortillas de sus hogares. La persona nos dice cuánto puede pagar y escribimos un contrato. Los bancos cobran hasta 20% de interés al mes en préstamos y estas personas nunca pueden pagar esos precios. Cobramos solo el 5% de interés por cada $ 100 que es más una carga simbólica. No estamos interesados en hacer dinero sino en ayudar a las personas a ganarse una vida respetable y digna. Usamos la confidencialidad debido al área en la que vivimos y no queremos que los beneficiarios de nuestros préstamos paguen extorsiones a las pandillas.
¿Promueves la promoción para todas las necesidades que ves?
Preferimos animar a la gente a organizarse. En un área sin electricidad, por ejemplo, el grupo unió fuerzas con otra área y presentó su apuro a las autoridades. Luego los acompañamos.
¿Cuáles son tus últimos proyectos?
Descubrimos que hay 34 familias que viven sin techo adecuado y cuando llueve varias veces al año, crea caos. Estamos trabajando para asegurarnos de que tengan los techos adecuados. En otro caso, estamos trabajando con un grupo para obtener fosas sépticas para promover la salud de las familias.
Otro grupo de mujeres desea trabajar pero necesita televisores para mostrar videos de muchos temas para mostrarles las técnicas que necesitan usar para las artesanías que hacen en sus hogares. Ahora tenemos que alquilar un proyector o pedirle a la gente que nos preste su equipo.
¿Ves que este grupo es autosuficiente en el largo plazo?
Reflexionamos sobre esa pregunta y creemos que los niños son muy importantes para la continuación del grupo. Esperamos que con su participación, los niños vean que su participación es vital, y cada generación abordará las realidades en las que viven.
¿Cuáles son los cambios más positivos que has visto en los últimos años desde que nos conocimos?
Hemos sobrevivido en los márgenes de la Iglesia Católica formal, que es enorme. Nuestra comunidad más pequeña es positiva, amigable y fiel a su memoria histórica.
¿Cuál es el pegamento que mantiene unidas a las comunidades cristianas?
Somos la iglesia de Romero, y nuestros mártires de la fe son importantes. Somos una iglesia de servicio y participación. No todos pueden relacionarse con este estilo pero nos motiva.
¿Cómo ha cambiado tu membresía? ¿O se ha mantenido sólido en número?
Hemos perdido miembros de nuestra comunidad por diversas razones: empleo fuera del área, migración, otros intereses. Algunas personas forman comunidades en otras áreas que pueden incluir salarios que no podemos ofrecer.
Otros necesitan un líder; no tenemos un líder Todos trabajamos juntos por igual. Algunos sienten que una comunidad es óptima cuando es dirigida por un hombre o aún mejor si es un extranjero así que hemos tenido situaciones en las que un hombre extranjero carismático que podría parafrasear las escrituras bíblicas y pareció inteligente atrajo a un segmento de personas a su grupo.
Nuestro grupo reflexiona sobre la pregunta “¿a quién deberíamos seguir como modelo a seguir?” y al final del día, siempre es Jesús. No queremos pertenecer a alguien; queremos ser una extensión de la fe cristiana.
¿Cuál es tu momento más pesado?
La iglesia formal en general no nos acepta lo que duele; quiere borrar nuestra historia que nos entristece y nos hace sentir sin esperanza.
¿Qué está conduciendo eso?
Las personas que protegen los intereses superiores se niegan a considerar las necesidades de los pobres. Nuestra iglesia formal es muy cómoda y no quiere involucrarse en cosas complicadas. Hace cinco meses perdimos al sacerdote belga que fundó las comunidades cristianas. Gracias a él, conocimos estas experiencias. Es el 47 ° aniversario de este movimiento. Cuando murió, deseó que sus cenizas se dividieran y se distribuyeran entre las 40 comunidades cristianas de nuestra parroquia. Ese rincón es donde yacen sus restos. (Señala una mesa con una foto y una caja con sus restos).
¿Cuál es tu definición de la teología de la liberación? ¿Cómo te relacionas con eso?
Dios camina y se identifica con los más pobres. Su rostro está en estas familias. Estas comunidades son la experiencia de Dios caminando con la gente. Estoy segura que otras personas vendrán después de mí para continuar la experiencia y con suerte renovar la iglesia con diferentes visiones.
Aquí tenemos poco, pero compartimos lo que tenemos.
Nota del editor: Anita ha donado esta hermosa propiedad que heredó de su padre a la comunidad cristiana en la que sirve.
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