Alfredo Chavarria – Spanish Version

Alfredo Chavarria

“Cuando has visto la injusticia y la represión con tus propios ojos and has escuchado las homilías de Romero…”

(Alfredo utiliza el nombre Erick tanto como su hombre verdadero porque Erick   era su nombre de guerra tomado a la edad de 13 años cuando se unió al movimiento guerrero de la guerra civil.)

Una nota del editor: Si se me pidiera resumir la vida de Erick en una sola palabra, sería la palabra la conciencia.  Esta palabra encarna su ideología desde el tiempo cuando era niño y sigue motivándolo aún hoy a la edad de 47 años.

La conciencia – Ésta es la palabra que se asocia con el movimiento guerrillero que se utiliza para describir el despertar adentro que los empujó a una fuerza superior a ellos mismos de una forma individual o de su familia. Esta conciencia era la realización que las condiciones y los derechos humanos necesitaban mejorar para todos, no sólo para los ricos.

Yo era el hijo mayor, nacido el 16 de febrero de 1967, en una familia grande que vivía en una pobreza extrema en el Departamento Chalatenango. Dado que nuestro padre no ganó suficiente para proveer para las nuestras necesidades familiares, nuestra madre necesitaba ayudar a mantenernos. A menudo ella estaba ausente de nuestro hogar porque vendía o compraba  cosas como gallinas para complementar al ingreso de la familia.

Al comienzo de la edad de 6 o 7 años, mi papel era de cuidar a mis hermanos menores. Mi hermana mayor cuidaba a las hermanas menores.  Acepté mi papel y en realidad no pensaba mucho en las responsabilidades involucradas en ese momento.  En retrospectiva, me di cuenta de que realmente no tenía la infancia de mi propia.  Nunca he tenido ningún juguete, ni fui al parque para jugar.  Cada uno tenía que trabajar para sobrevivir, y para mí eso significaba ir al bosque para recoger raíces para comer,  preparando las tortillas cuando nuestra madre no estaba allí para hacerlas, y mezclando agua con azúcar para dar de comer a los nenes que lloraban porque no había ningún leche.

Cuando nuestros padres cortaban el tallo de la caña de azúcar, o cosechaban el café, todos los hijos los acompañaban, y los mayores ayudaban mientras  cuidaban a los menores por colocar unas toallas o colgar hamacas para guardarlos contenidos, seguros y fuera de paso.  Típicamente el horario laboral era desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, y nosotros recibimos una tortilla con frijoles cada día y ganamos un colón cada día en paga, en total siete u ocho colones de salario para la familia entera.(Esto es menos de un dólar por día.)

Los campesinos no eran dueños ni tenían ningunos derechos. Como campesinos laborales empleados por los terratenientes ricos, nos damos cuenta de las injusticias de los trabajadores porque las vivíamos. Después de la teología de la liberación  de la iglesia católica se volvió popular en el país, más gente se dio cuenta de la explotación de nosotros  campesinos laborales. Los trabajadores empezaron a exigir  mejores salarios  y un mejor tratamiento. Para protestar estas condiciones mi familia dejó de cortar la caña de azúcar y cosechar el café en 1975.  Mi madre organizó otros para mejores condiciones de vivir, mejor tratamiento and derechos y entonces se incorporaron en la guerra de 1977.

El gobierno contraatacó por organizar represiones en contra de nosotros. Nuestra repuesta a estas represiones fue que organizarnos.  Nuestra madre propuso activamente, e inspiró al resto de la familia a involucrarse para buscar un sistema modificado y mejor.  Sabíamos que teníamos que ser parte de ella.  Cuando has visto la injusticia y la represión con tus propios ojos y has escuchado las homilías de Romero, creces con una venganza adentro. Romero nos había llenado con una fuerza para luchar para algo mejor y luchó para la gente del país. Dijo la verdad a pesar de tener que hablar en contra: los soldados, los ricos, aquellos de poder.  Era nuestro ejemplo.

Cuando el militar brotó en nuestra casa de repente, mi madre y yo salimos   rápidamente, dejando de los menores allí.  No había tiempo para pensar en las consecuencias; teníamos que correr.  A ese momento en la guerra, los adultos estuvieron más en riesgo del peligro físico que los niños.  Más tarde, sin embargo, aún los niños habrían sido matados cuando los soldados crueles más tarde adoptaron las prácticas despiadadas como utilizadas durante la guerra de Vietnam;  no dejar testigos atrás.  A su horror, los menores fueron testigos, al militar que mataron miembros de la familia en frente de sus ojos en nuestra casa.

A la edad de 15 años, me uní a las esfuerzas revolucionarias luchando primero en Chalatenango, luego en Cuscatlan, Cabanas, la región volcánica de San Salvador, trabajando en muchas misiones. Estaba a cargo de un grupo de 8 hombres.

Nuestra ideología era mirar más allá de nuestras propias necesidades o aún nuestra unidad familiar.  Nuestra ideología era para una causa mucha más grande. Las condiciones necesitaban mejorar para todos.  Toda la gente necesitaba tener los mismos derechos and las mismas responsabilidades.

Había varias veces que estaba herido durante la guerra y tengo suerte de estar vivo.  (Erick nos muestra sus varias cicatrices dejándonos jadear al unísono.)  En 1984 nuestra unidad militar seguía soldados de un batallón de Atlacatl (el grupo contrainsurgencia asociado con masacres más tarde investigado para los crímenes de guerra y forzado a disolver después de Los Acuerdos de Paz) cuando los soldados colocaron una mina terrestre en el área.  Yo estaba enfrente, y su metralla hirió mi cuello, espalda y brazo izquierdo.

Hesitantly and humbly, Alfredo revealed a few of his war wounds.

Hesitantly and humbly, Alfredo revealed a few of his war wounds.

El año siguiente, en 1985, in Guazapa, los soldados planeaban una masacre.  Luchamos por 6 meses con acción cada día, solamente comiendo una tortilla cada noche por la acción intensa durante el día. La confusión acerca de cuáles eran los soldados y cuáles eran los guerrilleros fue seguido por una carga de granadas que mató 3 de mis compañeros and hirió 2 más, incluso mi- mismo.   No podía levantarme porque mis piernas estaban heridas gravemente, así yo gateé por alarme con mis brazos.  Los soldados nos estaban siguiendo muy de cerca. Necesitábamos escondernos toda la noche, y durante ese tiempo mis heridas se me infectaron con gusanos. A las cinco de la mañana el día siguiente llegamos al río, y dos horas después, los guerrilleros nos descubrieron.  Después de dos días me llevaron a un campamento militar, y a la medianoche miraron mis heridas, y encontraron gusanos en todas las grietas de mi cuerpo; sin embargo, era demasiado tarde por la noche para el tratar con ellas, así pusieron cinta a través de cada herida para sofocar los gusanos.  Como los gusanos comenzaron a asfixiarse,  mordieron más de mi carne, era tan doloroso que no podía sufrir el dolor y arranqué la cinta de mis e heridas.  A las 7 de la mañana el enemigo estaba solamente un kilómetro de distancia, y yo grité porque la anestesia que utilizaban era inefectiva.  Alguna gente tomaba tijeras para cortar todos los tejidos infectados por mi cuerpo. Me trataron con antibióticas y pusieron una manta sobre mi boca para abstenerme develar nuestro lugar al enemigo.  Hasta este día mi tendón de Aquiles sigue siendo dañado, y un pie es más corto que el otro debido al cortarlo. Ahora ando con una cojera.

 Alfredo as a young man.

Alfredo as a young man.

El tercer hecho ocurrió en 1987 a una base grande cerca de la planta hidroeléctrica en el Departamento Cabanas, Presa Cerren Grande.  Este es un lago grande que estaba bajo ataque.  Recibí herida de estómago y necesité andar solo de la 1 – 5 con una bala dentro de mí.  Allí debajo de un mango dos médicos voluntarios, uno de Italia y uno de México, me operaron sin anestesia.  Esto requirió un período de 6 meses para recuperarme antes de que pudiera unirme de nuevo con mi grupo.

Durante este período de covalencia un compañero me enseñó a leer, escribir, y hacer las matemáticas básicas.  Como niño nunca tenía la oportunidad de asistir a la escuela, así ésta era una oportunidad para aprender algunas de las  habilidades que me habían perdido.

Nuestra ideología fue continuar la lucha por la duración de la guerra.  Estábamos totalmente invertido en su causa. Durante ese tiempo algunos de nuestra familia habían viajado al Campamento de Refugios de Mesa Grande, a través de la frontera en Honduras. En ocasión, si yo tuviera un día libre de luchar, iría a visitarlos, pero eso fue raro. Estaba aliviado que estaban seguros allí.  No era necesariamente un buen ambiente criado.  Sin embargo, con toda la presencia y el apoyo internacional, me sentí que estaban seguros de las masacres.

También había júbilos durante la guerra.  Después de atacar una base militar y no tener pérdidas, celebramos en maneras pequeñas tales como escuchar la radio debajo de un árbol o por un río. Simplemente era nuestro intento de  tener una fiesta pequeña.  Durante los días festivos de la Navidad o el Nuevo Año celebramos por comprar un pollo o quizás una vaca para comer carne real siempre y cuando no hubiera riesgo de soldados cerca o bombardeo.  Algunas veces durante la guerra los sacerdotes católicos o los pastores luteranos dirigieron servicios de adoración, que eran otro júbilo. Apoyaron nuestros esfuerzos.

Antes de que los sacerdotes jesuitas hubieron sido matados, (16/11/89), nosotros tropas guerrilleras estaban preparadas para tomar la ofensiva a la capital.  Ya estaban 5 mil tropas al volcán de San Salvador.   Entonces las negociaciones se detuvieron.  El general de los guerrilleros dijo, <<Llámelos para venir a la capital para mostrar el gobierno el poder es lo que dijimos que era. >>  Tenía la oportunidad de acompañar al General Dimas Rodríguez.  Él tenía la oportunidad de interceptar a las tropas en el radio. Fue un buen hombre valiente.  Estaba matado durante la ofensiva.  Se dice que los líderes buenos siempre mueren porque dan por ejemplo por estar en frente de sus líneas.  Aprendí mucho de él.  No se preocupaba por su propia vida, en cambio, se preocupaba por el país entero. Nos retiramos de nuestro puesto al volcán.

Mi hermano de 13 años, que luchaba también, se perdió y tenía miedo de su lugar.  Lo encontré y lo animé obedecer sus órdenes.  Estábamos orgullosos de nuestros hermanos que estuvieran involucrados en el movimiento.   La vida de los guerrilleros terminó en 1992 con gritos de alegría cuando Los Acuerdos de Paz estaban firmados.  Oímos las noticias en la radio de Nueva York y después oficialmente de México, donde El Acuerdo estaba firmado formalmente. Me quedé en el campamento de guerrillero por un año completo después de eso  para asegurarse que el proceso de paz estaba seguido.

Conocí y me enamoré de una mujer llamada Cruz en el frente de batalla en 1988.  Nos quedamos juntos y tenemos 3 hijos llamados, Óscar Alfredo, Anna Elizabeth, and David Rigoberto.  (Su primer nombre es el nombre del hermano de Cruz, que murió en la guerra y su segundo nombre es el de mi hermano que también murió en la guerra.)  Todos están en sus mediados de los años veinte.

Algunos cambios han pasado como el resultado de la guerra, pero todavía le falta recorrer una distancia larga. El estado tiene que pagar una gran deuda  a ambos grupos, los militares y las esfuerzas de guerrilleros, parar todos los traumas, problemas psicológicos, económicos y de salud de los incurridos por la guerra.  No estoy convencido  de que después de 12 años de lucha, no conseguimos el apoyo para las cosas como la educación de nuestros hijos. Todavía tenemos que trabajar tan duro ahora como lo hicimos antes de la guerra para proveerlos con las oportunidades. Lo mismo es cierto para los militares.  Lo mismo es cierto de pensiones. Solo muy pocos veteranos reciben pensiones para toda la vida.  La mía y la mayoridad de otros recibieron una suma en un solo pago, que era un estipendio mínimo.

Alfredo’s brother, Rigoberto, in the middle was killed during the war.

Alfredo’s brother, Rigoberto, in the middle was killed during the war.

Durante la guerra cuando yo miraba hacia arriba y veía esos A-37s volando por encima,  era mi sueño que cuando la guerra se terminó, llegaría a ser un piloto en la fuerza aérea. Era atractivo en pensar de defender mi país. Sin embargo, nosotros guerrilleros no ganamos la guerra. También sin la ayuda financiera de veteranos para la educación, no podía permitirme una carrera tan cara.

En la administración anterior trabajé con el vice ministro, he movido por el sistema del estado en el país y ahora sirvo como un guardaespaldas para los funcionarios prominentes.  Actualmente estoy encargado a proteger el embajador de Italia.  No pertenezco a un partido en particular.

El venir de la intensidad de una guerra de 12 años requiere un verdadero ajuste a la vida civil.  Estoy alegre de estar vivo.  Todo lo que quería  era tener una vida.  Idealmente me encantaría tener 200 años.  Espero seguir siendo un viejo muy activo, siempre trabajando así que no necesito depender de la ayuda de mis hijos.

Desde era joven, mi ideología básica nunca ha cambiado.  Todavía me siento que todos deban tener los mismos derechos, no solamente unos pocos de los privilegiados.  El espíritu de la conciencia permanece vivo  en mi médula más profunda.

Alfredo, Caroline (story recorder) and Alfredo’s brother Christian.

Alfredo, Caroline (story recorder) and Alfredo’s brother Christian.

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